La revolución de los zapatos
Ulemas, intelectuales, científicos y abogados salieron a las calles para expresar su apoyo a Muntadhar al-Zeidi. Pacifistas en Washington anunciaron que le llevarán el miércoles bolsas llenas de esta prenda al mandatario.
cámaras de diversos medios internacionales captaron el momento preciso del ataque de al-Zeidi contra Bush.
Un año después de haber sido secuestrado y golpeado, el reportero iraquí Muntadhar al-Zeidi tuvo la oportunidad de desquitarse en una rueda de prensa.
Mientras cubría las declaraciones del primer ministro de su país, Nouri al-Maliki, y del presidente estadounidense, George W. Bush, en su visita sorpresa, el periodista no pudo ocultar su rabia. Antes de que ambos mandatarios dieran los detalles sobre el plan de retiro de las tropas invasoras, al-Zeidi estalló.
“¡Este es un beso de despedida, perro!”, gritó al tiempo que lanzaba su zapato izquierdo al visitante oficial. Y no contento con eso, también le arrojó el derecho. Pero su ataque no fue exitoso: Bush, tal vez acordándose de los días que pasó en la Fuerza Aérea, esquivó ambos proyectiles. El representante de la prensa fue inmovilizado por el equipo de seguridad presidencial, y en el piso volvió a gritar contra su objetivo: “¡Esto es por las viudas, los huérfanos y todos los muertos en Irak!”.
Un día después del incidente, el nombre del reportero se hizo popular en el mundo árabe. Mientras al-Zeidi era interrogado en prisión por los móviles del ataque (las autoridades iraquíes le hicieron pruebas sanguíneas en busca de alcohol y drogas, además de clasificar sus zapatos como evidencia), sus compatriotas salieron a las calles para exigir su libertad, vitorear su acto y rechazar la presencia de tropas invasoras en su país.
Los medios occidentales, entre la sorpresa y la risa, comenzaron a investigar el pasado de al-Zeidi; encontraron que el reportero es menor de treinta años, es chiita y trabaja para una cadena de televisión iraquí independiente que tiene su sede en Egipto. También reconstruyeron su secuestro en noviembre de 2007, cuando insurgentes lo retuvieron por dos días, le vendaron los ojos con su corbata, le ataron de manos con los cordones de sus zapatos y lo golpearon hasta que perdió el conocimiento.
En Bagdad, funcionarios oficiales calificaron el acto de “lamentable”, y exigieron una disculpa pública de la cadena para la que trabaja. La respuesta no se hizo esperar: desde El Cairo, el canal al-Baghdadiya emitió un comunicado de prensa. “Demandamos la libertad de nuestro colega en relación a la democracia y libertad de expresión que las autoridades de EE.UU. le prometieron al pueblo iraquí”, dice la carta.
Cien abogados ya han ofrecido defender gratuitamente al reportero, entre los que se encuentra Khalil al-Dulaimi, ex apoderado de Saddam Hussein durante su juicio por traición. “Era lo mínimo que un iraquí podía hacerle a Bush, el tirano criminal que ha asesinado a dos millones de personas en Irak y Afganistán”, sentenció.
Pero la liberación de al-Zeidi no parece labor fácil. Algunos abogados le contaron al diario británico The Times que el reportero podría pagar dos años de prisión si es acusado de “insultar a un Jefe de Estado visitante”; también pagaría una condena de 15 años si lo procesan por intento de homicidio.
Mientras espera su juicio, hay quienes consideran a al-Zeidi como héroe. “Debería ser elegido como presidente de Irak”, dijo a la agencia AP un zapatero palestino. Incluso su hermana, que declaró: “Juro por Alá, es un héroe”.
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